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Francisco Hinojosa es uno de los narradores mexicanos más agudos y ágiles de hoy. Destacan, de entre sus libros, Cuentos héticos, La peor señora del mundo y el reciente Un tipo de cuidado. En su prosa, la soltura siempre acaba trenzándose con alguna forma de angustia. En el presente cuento, de absoluta actualidad, un personaje se convierte lentamente en la víctima de sus propios desplantes ante
las autoridades de un aeropuerto estadounidense. Distante de la fotografía que documenta el flujo de la vida sin intervenirla, Mauricio Alejo construye situaciones para fotografiar objetos que convocan su atención, y al hacerlo les asigna un nuevo significado. Últimamente, su mirada se ha concentrado en la transparencia: plásticos, vidrios, cristales. De ahí han surgido dos exposiciones (Objetos ajenos, 2000 y Seis imágenes para un mundo mejor, 2001, ambas en la galería OMR.) En la serie Airport, que aquí presentamos, aprovecha las nuevas tecnologías que usa la seguridad aeroportuaria y produce un conjunto de evocativas naturalezas muertas que son, al mismo tiempo, sutiles retratos de sus dueños.
Viajero habitual, socio distinguido del Club-permanente-de-conferencistas-universitarios, doctor honoris causa en varios centros de estudios superiores, especialista en enfermedades de equinos, porcinos y bovinos, miembro de la Academia de Veterinaria y Zootecnia, Víctor de la O tiene también un amplio currículum como visitante de aeropuertos.
Entre aulas magnas y auditorios repletos de jóvenes ávidos de ser depositarios de su saber, la vida del doctor Víctor de la O transcurre en hoteles, restaurantes, taxis y, por supuesto, aeropuertos: mostradores de las aerolíneas, salas de espera, duty frees, tiendas de souvenirs, bares, filas de migración y aduana, puestos de revisión de equipaje y retenes de rayos X.
Hace tiempo pasó por aquellos interrogatorios inverosímiles en los que se le preguntaba ¿Planea usted asesinar al presidente? ¿Carga entre sus pertenencias un arma de fuego? ¿Alguien le pidió que llevara un paquete para entregar en su destino final? ¿Empacó personalmente sus maletas? Sus respuestas —NO, NO, NO y sí, respectivamente— siempre fueron tomadas como buenas y verdaderas, al igual que las que anotaba en el formulario de la declaración aduanal: no cargo con más de diez mil dólares, NO llevo conmigo productos animales o vegetales —aunque para ser justos siempre temía que el café, las semillas para plantar en su jardín y una que otra especia empaquetada le fueran confiscadas— y NO he comprado objetos cuyo valor exceda los trescientos dólares permitidos. Nunca vio en los encargados de interrogarlo o de recibir su declaración el menor dejo de duda acerca de su honorabilidad. Llegó a pensar incluso que muchos de ellos lo habían escuchado en alguna de sus conferencias y, por ende, lo respetaban.
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19 octubre 2009
Categorías: 1, CUENTOS LATINOAMERICANOS . . Autor: Rubén Garcia García - Sendero . Comments: 1 comentario