Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si mas tarde lo dejarán entrar.
-Es posible -dice el portero- pero no ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se ríe y le dice:
-Si tan grande es tu deseo, haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno mas poderoso que el anterior. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo soportar su aspecto Seguir leyendo
Es que la carne de vaca asada a las brasas, el «asado», es no únicamente el alimento de base de los argentinos, sino el núcleo de su mitología, e incluso de su mística. Un asado no es únicamente la carne que se come, sino también el lugar donde se la come, la ocasión, la ceremonia. Además de ser un rito de evocación del pasado, es una promesa de reencuentro y de comunión. Como reminiscencia del pasado patriarcal de la llanura, es un alimento cargado de connotaciones rurales y viriles, y en general son hombres los que lo preparan. Además de ciertas partes carnosas de la vaca, prácticamente todas las vísceras son aptas para la parrilla: intestinos, riñones, mollejas, corazón, ubres de la vaca y testículos del toro. El asado se cocina a fuego lento y puede llevar horas, pero esa cocción demorada es menos una regla de oro gastronómica que un pretexto para prolongar los preliminares, es decir la conversación fogosa, las llegadas graduales de los invitados que, trayendo alguna botella de vino para colaborar, van cayendo a medida que sus ocupaciones se lo permiten, incorporándose a la charla animada, no sin pasar un momento por la parrilla para inspeccionar el fuego o cruzar un par de frases con el asador. Es falta derespeto dar consejos o mostrar aprensión sobre la autoridad del que esta asando, aunque Seguir leyendo
De noche, al final del verano, en la terraza de un café a orillas del mar, un hombre y una mujer de mediana edad discuten de cosas domésticas. Por la violencia soterrada de las palabras, acompañada de crueles silencios, parece que la pareja está al borde de la ruptura. Bajo miles de millones de galaxias, que pueblan el universo infinito, la mujer le echa en cara al hombre, una vez más, que se olvide siempre de bajar la tapa del retrete. En la mesa vecina un viejo le muestra a un niño la Vía Láctea , que se ve con toda claridad esa noche de luna nueva y luego con el dedo enumera con su nombre algunas constelaciones: Perseo, el Cisne, la Osa Mayor, la Casiopea.
Los clientes del bar se enteran de otros problemas de la pareja: la mujer no cierra nunca el bote de champú y deja además pelos en el lavabo; en cambio él ronca como una foca y después de la ducha nunca cuelga la toalla mojada. Es la fase terminal de un amor. Desde la terraza del bar se distinguen a simple vista algunos satélites de Júpiter formando un collar. Son Ganímedes, Io, Europa y Calisto, cuyo descubrimiento dio con el pellejo de Galileo en la mazmorra. Si todos los que han soñado con ir a Ganímedes hubieran realizado ese viaje, allí no se podría aparcar, dice el viejo.
En otra mesa una chica le propone a su amigo ir nadando mañana hasta el escollo de la Mona , un pequeño islote deshabitado, que está lleno de hinojo marino. Son muy jóvenes, recién salidos de la adolescencia y su pasión se halla en el primer grado de embriaguez. Les basta con mirarse intensamente a los ojos sin importarles nada las estrellas. Mientras la mano del chico sortea las copas del helado de chocolate para alcanzar tímidamente la mano de ella y con la yema del índice le acaricia las venas del dorso, como un camino entrecruzado que aún ignora adonde le va a llevar, la chica le dice que el hinojo marino hervido con vinagre es excelente para la ensalada, según le ha contado su madre. Bajo las constelaciones en la terraza del bar un amor empieza y otro termina. Seguir leyendo