Cuando llega esa mañana al taller de Poiret, Roma Chatov no sospecha siquiera que empieza a ser un instrumento de Dios. Se dirige al rincón donde se apoyan contra la pared los pesados tubos que envuelven el crepé de seda. Hace a un lado el azul índigo, el blanco helenio y atrae hacia sí el rojo sangre. Rectifica el ancho, uno veinte. Será un chal magnífico, piensa. Lo confeccionaré por entero, aunque reflexionándolo bien quizá convendría pasárselo a una bordadora para que cosiera las orillas; pero todas trabajan atareadas en los elaborados diseños del maestro. Urge terminar los trajes que usarán la duquesa de Guiche y madame Castellane en la recepción ofrecida por los polignac la semana entrante. Así pues Roma regresa con su tela y se sienta junto a una ventana buscando la mejor luz del día. Gira el carrusel de carretes, elige un hilo de tono idéntico e inicia hábilmente la hilera de puntadas escondidas bajo el doblez. Fue parte de su entrenamiento ejecutar cualquier tarea relacionada con el oficio, aunque se especializa en la pintura de gasas, rasos que llevan ramos de violetas, faroles chinescos, manojos de corolas y pistilos o prismas y rectángulos en el más puro estilo art-decó; pero ahora da impulso a su imaginación sin obligarse a las exigencias de un modelo. Seguir leyendo →
21 septiembre 2009
Categorías: CUENTOS LATINOAMERICANOS, MUJERES CUENTERAS . Etiquetas: ALTA COSTURA, ESPEJO B . Autor: Rubén Garcia García - Sendero . Comments: Deja un comentario