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En las décadas de 1940 y 1950, México vivía una época de cambios, cuyo rasgo principal era el haber dejado atrás la Revolución mexicana. El país daba señales de desarrollo: su población y producción crecían. El Distrito Federal se convertía en una ciudad moderna, y las universidades se multiplicaban. Sin embargo, el campo se despoblaba, porque la reforma agraria se había detenido y aumentaba la marginación de los desposeídos. Seguir leyendo